He descubierto que
la vida, cual paradoja estimulante, es un camino arduo y complejo, como también ordenado,
divertido y confortable.
La mayor parte de los individuos camina sin
saber a dónde va, como en un recorrido de competencia en el que
su único motor funcional es la inercia y nada mas que eso, sin
embargo otros han preferido darle cuerpo y respeto a ese algo que nos empuja o
por el que nos movemos avante y sin detenernos; fe, la han
denominado desde antaño describiendo tan corto verbo como un bien sumamente
necesario y sobre todo revelador. Dicen, todo un universo de conceptos concordes y
disparatados pero solo una respuesta, el misterio.
Tal vez y sea eso, aquello que hace de nuestras vidas un recorrido eternamente interesante e impredecible; la diversidad infinita de objetos y sentimientos y su relación enigmática inacabable; nos dirigen de manera insoslayable hacia una profunda y constante duda casi diaria y a la que muchos no se atreven escuchar. Empero, debería ser la colectividad absoluta la que se arroje sin temor a este gran y satisfactorio abismo universal de preguntas y respuestas inagotables.
Tal vez y sea eso, aquello que hace de nuestras vidas un recorrido eternamente interesante e impredecible; la diversidad infinita de objetos y sentimientos y su relación enigmática inacabable; nos dirigen de manera insoslayable hacia una profunda y constante duda casi diaria y a la que muchos no se atreven escuchar. Empero, debería ser la colectividad absoluta la que se arroje sin temor a este gran y satisfactorio abismo universal de preguntas y respuestas inagotables.
Quizá y precisamente sean
los días y sus armónicas circunstancias aquellas partes del
rompecabezas que nos muestren las señales para ser felices en el camino,
siempre y a cada momento y no, como muchos creen, al conseguir un objetivo
específico y superficialmente palpable...
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